- Escasez de precipitaciones: La desertificación se produce en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, en las que la falta de agua temporal o permanente es característica, es decir, hay aridez y sequía.
- Infiltración (I) deficiente: Debido a características naturales del suelo (textura, estructura, etc.), procesos más o menos naturales (erosión, incendios forestales) o actuaciones humanas (degradación del suelo en todas sus vertientes, erosión inducida, incendios forestales provocados, etc.).
- Pequeña capacidad de retención de agua disponible para las plantas (CRAD): Que de nuevo puede ser debida a causas naturales o antrópicas.
Una ladera degradada en un enfermo grave. Hay que tomar medidas urgentes para garantizar su supervivencia (como ecosistema funcional). Y, sobre todo, es necesario propiciar la infiltración, que es el elemento clave de lucha contra la desertificación por aridez edáfica, al ser la entrada de agua en el suelo.
No podemos aumentar la precipitación (o por lo menos es muy difícil), pero sí podemos actuar para favorecer la infiltración frente a la escorrentía, y también podemos actuar para mejorar la capacidad de retención de agua.
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