
La investigación reveló, además, una excepcional estructura de surcos en las hojas que recuerda, al verla de cerca, la topografía de una cordillera de montañas. Los científicos han explicado que estas profundas y anchas ranuras en las hojas funcionan como un sistema de canalización de aguas similar al de una depresión montañosa y a través de la cual la planta redirige el agua. Otras plantas se sacian, simplemente, con el agua de lluvia que cala en el suelo a su alrededor. «Estas características permiten a la planta florecer en condiciones de extrema aridez, y con unas características similares a las plantas del clima mediterráneo, porque absorbe cantidades de agua similares», ha destacado el investigador.Los experimentos y análisis para descubrir el proceso de crecimiento demuestran que el ruibarbo del desierto puede llegar a captar 43,8 litros de agua, en lugar de los 4,2 de otras plantas. Al probar el mecanismo de irrigación, los investigadores verificaron que el agua corría por los profundos surcos de sus hojas hasta centrarla en torno a la raíz y entraba hasta una profundidad de más de 10 centímetros.«En la misma zona, sin volcarla sobre la planta, el agua no llega a más de un centímetro», ha subrayado Neemán. Según el científico, «los resultados demuestran que un proceso de adaptación natural ha resultado en la evolución de la planta para desarrollar grandes hojas, mejorando su habilidad para sobrevivir en el árido clima del desierto». En verano, el ruibarbo, como otros vecinos suyos, entra en estivación, de la que despierta cuando bajan las temperaturas.
Fuente: EFE, MADRID+D

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