Los bancales y terrazas de carácter tradicional de la provincia de Ávila constituyen un paisaje agrario con elevados valores ambientales, culturales y estéticos, lo que le convierte en un patrimonio rural tradicional a conservar. Estos espacios deben estudiarse con un carácter multidisciplinar, basándose en sus principales valores: productivo o agrícola, constructivo, cultural y etnológico, paisajístico, turístico y ambiental.
Los paisajes de terrazas de la provincia son el resultado de un proceso de transformación del medio natural de las laderas montañosas, convirtiendo bosques sobre fuertes pendientes en superficies aptas para el cultivo, solventando las limitaciones del relieve, de los suelos y del clima. De esta manera se consiguen unos suelos cultivables y productivos, que abastecen de alimentos y otros recursos a los habitantes de las zonas de montaña. Y, por otra parte, los bancales son una infraestructura agrícola eficaz para la regulación de los procesos hidrológicos de las vertientes, ya que controlan la escorrentía superficial y la erosión (laminar, en regueros, en cárcavas y los movimientos en masa), favorecen la infiltración del agua en el suelo, aumentan el contenido de humedad del suelo y reducen la evapotranspiración.
El origen de los bancales de Ávila, ya como una estructura agraria de uso generalizado, puede situarse hacia los siglos XIV o XV, especialmente en las zonas del Valle del Tiétar y comarca de Pinares. No obstante, es necesario un mayor esfuerzo de búsqueda documental para poder conocer con mayor profundidad la historia de las terrazas abulenses, ya que este es aún un terreno poco explorado en la historiografía abulense.
De los 247 municipios que tiene la provincia, al menos 67 tienen bancales, lo que supone un 20,24%. 42 municipios de las comarcas del Valle del Tiétar y Pinares y alrededores de Peñalba de Ávila poseen la mayor concentración de bancales y terrazas, de los cuales 15 municipios del Valle del Tiétar con los más característicos, debido a la extensión de estos elementos, tipología constructiva y variedad de cultivos.
El proceso constructivo de los bancales ha de entenderse desde una dimensión territorial y medioambiental, y con una mirada antropológica. Aunque hay técnicas, elementos y procedimientos comunes a varias regiones, cada zona tiene los suyos propios, que en parte dependen de la tradición constructiva local y en parte de la adaptación al clima, a la geología y al relieve del terreno.
En este trabajo, como uno de sus principales objetivos, se ha realizado una clasificación de los tipos de bancales. Esta clasificación tiene carácter local, pero se ha buscado la correspondencia tipológica con otras clasificaciones empleadas a nivel mundial. En este sentido, se han identificado y caracterizado 7 tipos de terrazas en la provincia.
Por definición, los suelos de los bancales son suelos de origen artificial, formados a lo largo del tiempo, mediante el aporte de materiales edáficos de la zona o transportados desde otros lugares, cuando se hacía necesario, y mejorados con el aporte continuo de abonos y enmiendas. De esta manera, se han ido construyendo unos suelos, aptos para el cultivo, protegidos de la erosión, con una edafogénesis propia y particular.
En los bancales estudiados del Valle del Tiétar, predominan suelos franco-arenosos a franco-arcillo-arenosos, con pH de ligeramente a medianamente ácido y con buen contenido en materia orgánica y en nutrientes (salvo fósforo, calcio y magnesio).
Estos suelos, con porcentajes elevados de arena y clasificación A o B, presentan muy buenas condiciones de infiltración y drenaje, con altas tasas de infiltración iniciales y finales. Las terrazas de nuestra provincia, localizadas principalmente en las vertientes sur de la Sierra de Gredos, gracias a estas características hidrológicas y al escalonamiento de las laderas, regulan la escorrentía superficial y los caudales de avenida de las gargantas y ríos a los que vierten. En este sentido, los números de curva de los terrenos abancalados son bastante bajos en general, lo que implica que solo aguaceros muy poco frecuentes generarín escorrentía.
Respecto a la erosión, en las cuatro parcelas estudiadas la situación original con vegetación arbórea de roble melojo genera unas pérdidas de suelo inapreciables o muy ligeras. En en el escenario de ladera degradada con matorral, la erosión es más variable, en función de los porcentajes de fracción de cabida cubierta y cubierta en contacto con el suelo, situándose entre ligera y grave. En cambio, en las laderas remodeladas con bancales, la situación mejora sensiblemente respeto al matorral, resultando unas pérdidas de suelo entre inapreciables y moderadas. Por consiguiente, las terrazas, en combinación con un cultivo leñoso que cubra buena parte del suelo, suponen una muy buena medida de conservación del suelo, permitiendo el cultivo en laderas de fuertes pendientes sin pérdidas de suelo graves.
Uno de los logros más importantes del estudio es el desarrollo del Índice de Valoración Integral de Bancales y Terrazas constituye una herramienta muy interesante para la evaluación de bancales, especialmente en la priorización de actuaciones de conservación, destacando aquellos con mayor interés de conservación, en base a los diferentes criterios establecidos (productivo, ambiental, constructivo, paisajístico, etnográfico, etc.).
Para combatir la erosión en viñedos, de aplicación directa en la D.O.P. “Vino de Cebreros”, los bancales se constituyen como una solución tradicional eficaz. Por ello debe fomentarse desde las administraciones públicas la conservación y restauración de estos elementos asociados a las viñas.
En relación con los espacios naturales protegidos, se considera necesario que la administración competente incluya en su normativa de gestión, por tratarse de elementos agrícolas tradicionales del medio rural, compatibles con el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, su interacción con la fauna y vegetación y por sus beneficiosos efectos en la regulación del ciclo hidrológico y de los procesos erosivos.
Los principales problemas que afectan a la conservación de los bancales de la provincia de Ávila son el abandono de la actividad agrícola, los incendios forestales, la erosión, el deterioro del cultivo por sequías frecuentes y prolongadas y otros impactos de origen antrópico.
Para hacer frente a estos problemas, se plantea una serie de actuaciones dentro de los ámbitos productivo (agrícola, ganadero y forestal), turístico, de divulgación y participación social, y político. Todo ello va encaminado a la puesta en valor de este patrimonio rural tradicional, fomentando sus potencialidades, conservando el cultivo siempre que sea posible y, en caso contrario, favoreciendo una transición ordenada hacia otros usos del suelo.
Es precisa una mayor atención por parte de las instituciones al paisaje de bancales, para conseguir una óptima conservación y el mantenimiento de sus principales valores y funciones, fomentando medidas normativas y de gestión de estos terrenos. Es necesaria también una mayor y mejor divulgación de los mencionados valores, incluyendo de forma destacada los aspectos culturales, históricos y etnográficos, así como su potencialidad en el turismo rural.
El proyecto de investigación “Los bancales de la provincia de Ávila. Un patrimonio rural tradicional a conservar”, ha sido financiado por una beca de investigación de la Institución Gran Duque de Alba. Participan el profesor e investigador de la UCAV, Jorge Mongil Manso, director del grupo de investigación de Hidrología y conservación de aguas y suelos, junto a Joaquín Navarro Hevia, profesor de la Universidad de Valladolid, y José Carlos Sanz Belloso, arquitecto vallisoletano experto en sistemas hidráulicos tradicionales. También ha contado con la colaboración de Eduardo Martín Sánchez, agente medioambiental y artista de San Esteban del Valle.
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