Acaba de aparecer un nuevo libro que, aunque al decirlo peque de inmodestia por ser uno de los coordinadores, creo que tiene un gran interés.
Se titula "Hidrología de Conservación de Aguas. Captación de precipitaciones horizontales y escorrentías en zonas secas", y sus coordinadores son Joaquín Navarro, Andrés Martínez de Azagra y el que suscribe.
Con la panorámica actual del planeta: superpoblación, recursos hídricos deficientes, carencias energéticas, calentamiento global y riesgo de desertificación, resulta necesario conocer mejor los sistemas y estrategias que nos permitan disponer de nuestro vital elemento, el agua, para establecer proyectos de abastecimiento, cultivo y forestación económica y ambientalmente sostenibles.
Este documento intenta explorar, indagar y difundir parte de los sistemas que el hombre ha desarrollado en regiones donde tradicionalmente escasea el agua. Se centra en la captura, recolección o “cosecha” de agua, a partir de las precipitaciones horizontales (nieblas, rocíos,…), las escorrentías en laderas y las esporádicas crecidas de arroyos, torrentes, ramblas y wadis. Sistemas, como las presas, pozos, galerías drenantes, etc., quedan fuera de su objetivo.
En este trabajo se habla de árboles fuente, como el mítico til de la isla de El Hierro (Canarias), que abastecía con agua de niebla a los Bimbaches; de los atrapanieblas de Chungungo (Chile), en el desierto de Atacama, que proporcionaban 30 l/día y habitante; de los modernos sistemas de captura de nieblas implementados en Canarias y de las técnicas actuales de recolección de rocío; se describen los sistemas de captación de escorrentías en ladera (limanim, zanjas de infiltración, caballones,…), así como los que se nutren de la desviación de crecidas como las boqueras, las gavias, etc. Estos sistemas, prueban que las poblaciones que los han implementado, han satisfecho sus necesidades de abastecimiento, higiene, incluso han desarrollado cultivos, huertos o reforestado tierras para mejorar su situación.
Por otro lado, se desarrolla una nueva perspectiva: la Hidrología de Conservación de Aguas. Hidrología que busca luchar contra la desertificación del Planeta a partir de la oasificación: conseguir que el agua no escape a través de la escorrentía incontrolada. La recuperación ecológica o forestal de un territorio depende del agua que ponemos a disposición de las plantas. Esta agua debe ser suficiente para mantener su ciclo vital. Conociendo la necesidad hídrica, la dotación para la planta depende de: lo que precipita en su área de explotación vegetal, más lo que escurre en el área de impluvio en torno a ella. Esta última dosis debe satisfacer el déficit hídrico de la lluvia en el área de recepción. El análisis detallado del balance hidrológico local, es aquí resuelto, levantándose los cimientos de esta Hidrología de Conservación de Aguas.
Desde estas líneas, se desea promover la protección, conservación, difusión, el diseño y puesta en marcha de los sistemas de captación de agua para saciar la sed de algunas de las zonas áridas de nuestro Planeta. La Hidrología de Conservación de Aguas, junto a las técnicas de captura del agua de niebla o la humedad atmosférica , pueden conseguir la oasificación de las tierras secas.
viernes, 25 de septiembre de 2009
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Los bancales de Gran Canaria
Este verano tuve la suerte de estar con una de las personas que más saben de bancales en nuestro país. Se llama Lidia Romero y es profesora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Ella lleva varios años estudiando los bancales de la cuenca del barranco Guinigüada, en Gran Canaria, y tiene publicados varios artículos al respecto, de los que he sacado algunas notas que comento a continuación.
En Canarias, la construcción de bancales se produce debido a la escasez de superficies de vocación agrícola en las zonas llanas (vegas), y por la necesidad de ampliar la superficie cultivada según aumenta la población y sus demandas de alimento.
Bancales de costa en la periferia de Las Palmas de Gran Canaria.
En el barranco Guinigüada, los bancales ocupan el 46 % de la cuenca. La tipología de los bancales es variada, distinguiéndose los bancales de cumbre, de medianías y de costa. Los cultivos más frecuentes son, desde las zonas altas a las bajas: cereales forrajeros, papas, cítricos y plataneras. Los muros de mampostería en seco o piedra seca también son diversos: cantos rodados, rajuelas de fonolitas, hileras de ignimbritas y mampostería ordinaria de basalto con y sin ripios.
Bancales de medianías (Las Lagunetas)
En Canarias, la construcción de bancales se produce debido a la escasez de superficies de vocación agrícola en las zonas llanas (vegas), y por la necesidad de ampliar la superficie cultivada según aumenta la población y sus demandas de alimento.
Bancales de costa en la periferia de Las Palmas de Gran Canaria.
En el barranco Guinigüada, los bancales ocupan el 46 % de la cuenca. La tipología de los bancales es variada, distinguiéndose los bancales de cumbre, de medianías y de costa. Los cultivos más frecuentes son, desde las zonas altas a las bajas: cereales forrajeros, papas, cítricos y plataneras. Los muros de mampostería en seco o piedra seca también son diversos: cantos rodados, rajuelas de fonolitas, hileras de ignimbritas y mampostería ordinaria de basalto con y sin ripios.
Bancales de medianías (Las Lagunetas)
Muchos bancales se han ido abandonando desde la década de los 60, y uno de los objetivos de investigación es qué ocurre con los terrenos abandonados y cómo se ven afectados por la erosión. Por otra parte, no todos los bancales tienen el mismo interés paisajístico ni el mismo valor de conservación. Pero los terrenos abancalados, en general, suponen un patrimonio agrario tradicional que conviene conservar, no sólo por sus valores paisajísticos sino también por sus efectos positivos frente a riesgos naturales.
jueves, 10 de septiembre de 2009
Restauración hidrológico-forestal en Pirineos
Enlace con el documental titulado "Pirineos, aludes y torrentes" dentro de la serie "El bosque protector", de TVE.
Ver vídeo
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jueves, 3 de septiembre de 2009
Setos vivos frente a la erosión
Ya hemos hablado otras veces del blog "Un universo invisible bajo nuestros pies" (http://weblogs.madrimasd.org/universo/) que elabora magistralmente Juanjo Ibáñez y que recomendamos vivamente a todos los amantes de la edafología.
Setos vivos junto muretes de piedra, paisaje típico del SE asiático (FAO)
Hace unos días publicó un artículo sobre el empleo de barreras de vegetación o setos vivos en la lucha contra la erosión especialmente en la agricultura. Recogía, asímismo, otro artículo sobre el mismo tema de Ann Perry. Por su interés, los reproducimos a continuación.
Prevención de la erosión mediante setos vivos o barreras de vegetación
por Juan José Ibáñez
Desde tiempos ancestrales, el ser humano ha utilizado todo tipo de tecnologías a su alcance con vistas a evitar la erosión de los cultivos en laderas. Unas consistían en terrazas o bancales elaborados con piedra, mientras que otras eran setos vivos. Del mismo modo, la “labranza 0” (cultivo sin laboreo) también fue una práctica habitual en las culturas aborígenes neolíticas. Hoy vuelve a ser fomentada al objeto de frenar la pérdida de suelo. La noticia que os proporcionamos hoy, da cuenta de la bondad de tales técnicas. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, se trata de de un estudio serio, que al contrario de otros, ha acarreado mucho tiempo y trabajo, por lo que los resultados debieran ser más rigurosos. Obviamente, desde un punto de vista conceptual, no aportan nada que no se conociera con antelación cualitativamente. En cualquier caso, haremos uso de esta material con el propósito de mostraros más información que se nos antoja relevante.
La praxis campesina, como diría nuestro amigo etnoedafólogo Francisco Bautista resulta ser conocimiento adquirido mediante ensayo y error, durante centurias e incluso milenios. He visto y leído a cerca de la construcción de setos vivos en los ambientes más dispares. Por ejemplo, en Cabo de Gata (Almería, Andalucía España), una de las zonas más áridas de Europa, utilizan las chumberas, que adicionalmente proporcionan alimento para el ganado y el hombre. Se trata de un ejemplo entre otros muchos. Eso sí, mientras los tradicionales bancales de la Europa mediterránea se desmoronan por falta de mantenimiento, generando la erosión de los suelos que ayudaron a generar, por otra parte seguimos redescubriendo la dinamita. La planta que utilizan los autores del estudio no debe importarnos, debido a cada ambiente requerirá las más adaptadas al lugar y si son naturales de esta tanto mejor.
Resulta relevante mencionar que tal proceso no “impide” la erosión, si no que retiene los sedimentos liberados por los efectos erosivos en ciertos enclaves de la ladera. De este modo, se evita su pérdida y exportación por las aguas de escorrentía hacia las cuencas de drenaje. De hecho, me comentaban campesinos asturianos (Cornisa Cantábrica, España), que cada cierto tiempo, recogían con palas los materiales de los montículos creados, retornándolos ladera arriba, haciendo uso de carros y bueyes. ¡Mucho trabajo!, desde luego. Pero aquellos enclaves son muy fértiles y las producciones relativamente abundantes, al contrario que en Cabo de Gata, por lo que se requiere menos espacio a la hora de obtener la misma producción. En consecuencia, el paisano puede echarle más tiempo a cuidar espacios reducidos, algo impensable en ambientes áridos (excepto bajo invernaderos y haciendo uso de aguas subterráneas). Sin embargo, cuando los setos vivos se encuentran bien construidos, y se les permite madurar, con vistas a que su cobertura aérea y sistemas radiculares se desarrollen densamente, su eficacia aumenta considerablemente, como era bien sabido, y los autores del estudio constatan. No obstante, la historia queda truncada, ya que queda algo muy interesante que narrar.
Cuando tales barreras maduras de setos y/o arboledas perduran en el tiempo, generan rupturas jalonadas de las pendientes, induciendo a que las terrazas o bancales “sin muretes de piedra” llegan a constituirse por si solas, o con alguna ayuda marginal por parte del hombre. Si adicionalmente, en el borde de la barrera viva se cavan zanjas de unas decenas de centímetros, las aguas pluviales se retienen durante más tiempo, infiltrando una mayor proporción de las mismas, en detrimento de la que se pierde rápidamente por escorrentía superficial. De este modo, se moja todo el perfil, lo cual redundará en una mayor producción agropecuaria (este sistema también se utiliza en Europa para obtener prados de siega). Los problemas de encharcamiento son raros, por cuento la pendiente siempre ayuda a que el agua se evacue naturalmente, gracias a la acción de la gravedad. Y de este modo llegamos, más o menos a los sistemas que en la bretaña francesa denominan bocages, de los que ya hemos hablado en otros post precedentes. Aquellos paisajes eren bellos y sustentables. Sin embargo, por obra u gracia de la revolución agraria de los años sesenta, y el asociado uso de maquinaria pesada y agroquímicos, fueron arrasados en buena medida. Años después, las autoridades competentes (o mejor dicho incompetentes) galas se percataron de su grave error. Lo mismo ocurrió con los tradicionales setos del Reino Unido. Misma acción: consecuencias igualmente desastrosas.
Un efecto colateral de los setos deviene en crear diferentes microambientes en una misma parcela, debido a las diferencias dimanantes de la redistribución de los suelos, sombra de los setos, etc.), aspecto que suele detestar la agricultura industrial que desea la mayor homogeneidad posible. También menos incidido con anterioridad acerca de las ventajas de que proporciona una cierta heterogeneidad ambiental con vistas a estabilizar las producciones agrarias, al contrario de lo que induce la homogeneización del pedio o parcela.
Finalmente, digamos que la vegetación natural también tiende a formar franjas en muchos ambientes de ladera. Así por ejemplo, en las zonas pastorales semiáridas de Almería, las estipas (un tipo de gramíneas altas) tienen a formar bandas perpendiculares a las líneas de pendiente si no son sobrepastoreadas, actuando como trampas de sedimentos en unos ambientes muy hostiles, con abundantes calveros y lluvias escasas pero torrenciales, es decir, con gran poder erosivo. Como otras semejantes de la altamontaña, los expertos las denominan “terracetes”.
Desde tiempos ancestrales, el ser humano ha utilizado todo tipo de tecnologías a su alcance con vistas a evitar la erosión de los cultivos en laderas. Unas consistían en terrazas o bancales elaborados con piedra, mientras que otras eran setos vivos. Del mismo modo, la “labranza 0” (cultivo sin laboreo) también fue una práctica habitual en las culturas aborígenes neolíticas. Hoy vuelve a ser fomentada al objeto de frenar la pérdida de suelo. La noticia que os proporcionamos hoy, da cuenta de la bondad de tales técnicas. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, se trata de de un estudio serio, que al contrario de otros, ha acarreado mucho tiempo y trabajo, por lo que los resultados debieran ser más rigurosos. Obviamente, desde un punto de vista conceptual, no aportan nada que no se conociera con antelación cualitativamente. En cualquier caso, haremos uso de esta material con el propósito de mostraros más información que se nos antoja relevante.
La praxis campesina, como diría nuestro amigo etnoedafólogo Francisco Bautista resulta ser conocimiento adquirido mediante ensayo y error, durante centurias e incluso milenios. He visto y leído a cerca de la construcción de setos vivos en los ambientes más dispares. Por ejemplo, en Cabo de Gata (Almería, Andalucía España), una de las zonas más áridas de Europa, utilizan las chumberas, que adicionalmente proporcionan alimento para el ganado y el hombre. Se trata de un ejemplo entre otros muchos. Eso sí, mientras los tradicionales bancales de la Europa mediterránea se desmoronan por falta de mantenimiento, generando la erosión de los suelos que ayudaron a generar, por otra parte seguimos redescubriendo la dinamita. La planta que utilizan los autores del estudio no debe importarnos, debido a cada ambiente requerirá las más adaptadas al lugar y si son naturales de esta tanto mejor.
Resulta relevante mencionar que tal proceso no “impide” la erosión, si no que retiene los sedimentos liberados por los efectos erosivos en ciertos enclaves de la ladera. De este modo, se evita su pérdida y exportación por las aguas de escorrentía hacia las cuencas de drenaje. De hecho, me comentaban campesinos asturianos (Cornisa Cantábrica, España), que cada cierto tiempo, recogían con palas los materiales de los montículos creados, retornándolos ladera arriba, haciendo uso de carros y bueyes. ¡Mucho trabajo!, desde luego. Pero aquellos enclaves son muy fértiles y las producciones relativamente abundantes, al contrario que en Cabo de Gata, por lo que se requiere menos espacio a la hora de obtener la misma producción. En consecuencia, el paisano puede echarle más tiempo a cuidar espacios reducidos, algo impensable en ambientes áridos (excepto bajo invernaderos y haciendo uso de aguas subterráneas). Sin embargo, cuando los setos vivos se encuentran bien construidos, y se les permite madurar, con vistas a que su cobertura aérea y sistemas radiculares se desarrollen densamente, su eficacia aumenta considerablemente, como era bien sabido, y los autores del estudio constatan. No obstante, la historia queda truncada, ya que queda algo muy interesante que narrar.
Cuando tales barreras maduras de setos y/o arboledas perduran en el tiempo, generan rupturas jalonadas de las pendientes, induciendo a que las terrazas o bancales “sin muretes de piedra” llegan a constituirse por si solas, o con alguna ayuda marginal por parte del hombre. Si adicionalmente, en el borde de la barrera viva se cavan zanjas de unas decenas de centímetros, las aguas pluviales se retienen durante más tiempo, infiltrando una mayor proporción de las mismas, en detrimento de la que se pierde rápidamente por escorrentía superficial. De este modo, se moja todo el perfil, lo cual redundará en una mayor producción agropecuaria (este sistema también se utiliza en Europa para obtener prados de siega). Los problemas de encharcamiento son raros, por cuento la pendiente siempre ayuda a que el agua se evacue naturalmente, gracias a la acción de la gravedad. Y de este modo llegamos, más o menos a los sistemas que en la bretaña francesa denominan bocages, de los que ya hemos hablado en otros post precedentes. Aquellos paisajes eren bellos y sustentables. Sin embargo, por obra u gracia de la revolución agraria de los años sesenta, y el asociado uso de maquinaria pesada y agroquímicos, fueron arrasados en buena medida. Años después, las autoridades competentes (o mejor dicho incompetentes) galas se percataron de su grave error. Lo mismo ocurrió con los tradicionales setos del Reino Unido. Misma acción: consecuencias igualmente desastrosas.
Un efecto colateral de los setos deviene en crear diferentes microambientes en una misma parcela, debido a las diferencias dimanantes de la redistribución de los suelos, sombra de los setos, etc.), aspecto que suele detestar la agricultura industrial que desea la mayor homogeneidad posible. También menos incidido con anterioridad acerca de las ventajas de que proporciona una cierta heterogeneidad ambiental con vistas a estabilizar las producciones agrarias, al contrario de lo que induce la homogeneización del pedio o parcela.
Finalmente, digamos que la vegetación natural también tiende a formar franjas en muchos ambientes de ladera. Así por ejemplo, en las zonas pastorales semiáridas de Almería, las estipas (un tipo de gramíneas altas) tienen a formar bandas perpendiculares a las líneas de pendiente si no son sobrepastoreadas, actuando como trampas de sedimentos en unos ambientes muy hostiles, con abundantes calveros y lluvias escasas pero torrenciales, es decir, con gran poder erosivo. Como otras semejantes de la altamontaña, los expertos las denominan “terracetes”.
Setos vivos y cultivos en fajas (FAO)
Setos vivos para controlar la erosión
Por Ann Perry
Los granjeros pueden ayudar a preservar el suelo y proteger la calidad del agua plantando setos vivos para atrapar el sedimento que de otra manera podría ser arrastrado por el escurrimiento del campo. Científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) en el Laboratorio Nacional de Sedimentación mantenido por el ARS en Oxford, Misisipí, han calculado la cantidad de erosión del suelo prevenida por estos setos vivos, y han verificado las predicciones de la Ecuación Universal Revisada de Pérdidas de Suelo, versión 2 (RUSLE2 por sus siglas en inglés).
Agrónomo Seth Dabney, hidrólogo Glen Wilson e ingeniero agrícola Robert Cullum colaboraron con ingeniero agrícola Keith McGregor (ahora retirado) en una serie de estudios durante 13 años para evaluar la eficacia de los setos vivos de pasto para controlar la erosión en los sistemas de cultivar algodón con la labranza convencional o la cero labranza en hileras anchas o hileras ultra estrechas.
Los investigadores establecieron franjas continuas de una sola hilera del césped miscanthus, el cual es un pasto perenne alto, de un lado al otro de los puntos más bajos de parcelas de 72 pies de largo que tuvieron una bajada del 5 por ciento. Luego ellos observaron la cantidad de sedimento atrapada por la vegetación de ambos los campos de la labranza convencional y los de la cero labranza, con hileras anchas y hileras ultra estrechas.
Los setos vivos eventualmente se expandieron a una yarda de ancho y se cortaron dos a tres veces cada año después de que el pasto llegó a una altura de 5 a 6,5 pies. Los científicos descubrieron que la capacidad de los setos vivos de atrapar el sedimento aumentó a la vez que las barreras se maduraron. Los setos vivos eran más eficaces en interceptar sedimento que se escurrió de los campos cultivados convencionalmente, posiblemente porque la material que se escurrió de los campos de la cero labranza fue compuesta de partículas más pequeñas.
Los setos vivos capturaron aproximadamente el 90 por ciento del sedimento erosionado de los campos de la labranza convencional que tuvieron hileras ultra estrechas, y solamente como el 50 por ciento del sedimento de los campos de la cero labranza. Sin embargo, la pérdida real de suelo de las parcelas que tuvieron la cero labranza—con o sin los setos vivos—fue mucho menos que la pérdida de las parcelas cultivadas convencionalmente con o sin los setos vivos, porque la utilización de la cero labranza ayuda a mitigar la erosión.
El grupo también descubrió que la eficacia de los setos vivos fue aumentada cuando la hierba cortada se permitió a acumularse en la cuesta arriba de los setos vivos. Pero aun si se quita toda la hierba cortada de los setos vivos de pasto que tienen una altura de más de 1,5 pies para utilizar esa hierba cortada como pienso para el ganado o en la producción de bioenergía, los setos vivos todavía pueden ayudar a controlar la erosión del suelo. Los setos vivos podrían ser especialmente valiosos si las tierras altamente erosionables en el Programa de Reservas para la Conservación (CRP por sus siglas en inglés) del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA por sus siglas en inglés) se vuelven a la producción agrícola.
Setos vivos del césped Miscanthus pueden capturar hasta el 90 por ciento del sedimento que se erosiona de los campos de cultivos, según los resultados de nuevos estudios por científicos del ARS (…). Los resultados de este estudio fueron publicados en la revista Soil Science Society of America Journal (Revista de la Sociedad Americana de Ciencias del Suelo).
Por Ann Perry
Los granjeros pueden ayudar a preservar el suelo y proteger la calidad del agua plantando setos vivos para atrapar el sedimento que de otra manera podría ser arrastrado por el escurrimiento del campo. Científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) en el Laboratorio Nacional de Sedimentación mantenido por el ARS en Oxford, Misisipí, han calculado la cantidad de erosión del suelo prevenida por estos setos vivos, y han verificado las predicciones de la Ecuación Universal Revisada de Pérdidas de Suelo, versión 2 (RUSLE2 por sus siglas en inglés).
Agrónomo Seth Dabney, hidrólogo Glen Wilson e ingeniero agrícola Robert Cullum colaboraron con ingeniero agrícola Keith McGregor (ahora retirado) en una serie de estudios durante 13 años para evaluar la eficacia de los setos vivos de pasto para controlar la erosión en los sistemas de cultivar algodón con la labranza convencional o la cero labranza en hileras anchas o hileras ultra estrechas.
Los investigadores establecieron franjas continuas de una sola hilera del césped miscanthus, el cual es un pasto perenne alto, de un lado al otro de los puntos más bajos de parcelas de 72 pies de largo que tuvieron una bajada del 5 por ciento. Luego ellos observaron la cantidad de sedimento atrapada por la vegetación de ambos los campos de la labranza convencional y los de la cero labranza, con hileras anchas y hileras ultra estrechas.
Los setos vivos eventualmente se expandieron a una yarda de ancho y se cortaron dos a tres veces cada año después de que el pasto llegó a una altura de 5 a 6,5 pies. Los científicos descubrieron que la capacidad de los setos vivos de atrapar el sedimento aumentó a la vez que las barreras se maduraron. Los setos vivos eran más eficaces en interceptar sedimento que se escurrió de los campos cultivados convencionalmente, posiblemente porque la material que se escurrió de los campos de la cero labranza fue compuesta de partículas más pequeñas.
Los setos vivos capturaron aproximadamente el 90 por ciento del sedimento erosionado de los campos de la labranza convencional que tuvieron hileras ultra estrechas, y solamente como el 50 por ciento del sedimento de los campos de la cero labranza. Sin embargo, la pérdida real de suelo de las parcelas que tuvieron la cero labranza—con o sin los setos vivos—fue mucho menos que la pérdida de las parcelas cultivadas convencionalmente con o sin los setos vivos, porque la utilización de la cero labranza ayuda a mitigar la erosión.
El grupo también descubrió que la eficacia de los setos vivos fue aumentada cuando la hierba cortada se permitió a acumularse en la cuesta arriba de los setos vivos. Pero aun si se quita toda la hierba cortada de los setos vivos de pasto que tienen una altura de más de 1,5 pies para utilizar esa hierba cortada como pienso para el ganado o en la producción de bioenergía, los setos vivos todavía pueden ayudar a controlar la erosión del suelo. Los setos vivos podrían ser especialmente valiosos si las tierras altamente erosionables en el Programa de Reservas para la Conservación (CRP por sus siglas en inglés) del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA por sus siglas en inglés) se vuelven a la producción agrícola.
Setos vivos del césped Miscanthus pueden capturar hasta el 90 por ciento del sedimento que se erosiona de los campos de cultivos, según los resultados de nuevos estudios por científicos del ARS (…). Los resultados de este estudio fueron publicados en la revista Soil Science Society of America Journal (Revista de la Sociedad Americana de Ciencias del Suelo).
Conservación de suelos en el incendio de Guadalajara
El desgraciado incendio forestal de Guadalajara de 2005 se cobró la vida de 11 miembros de un equipo de extinción, y calcinó 10.353 ha de masas de pino resinero, sabina mora y roble, 2.380 ha de matorral y pasto y 155 ha de superficie no forestal.
A continución se muestras algunas imágenes del verano siguiente, cuando aún había muchos árboles quemados en pie, se había iniciado el aprovechamiento forestal de la madera quemada y se habían tomado algunas medidas de conservación de suelos, como la acumulación de restos leñosos formando fajas en laderas y barrancos.
martes, 1 de septiembre de 2009
Las gavias de Fuerteventura
Las gavias no sólo son un sistema de recolección de agua o de irrigación sino de todo un agrosistema, que implica determinadas prácticas de laboreo, ingeniería hidráulica, irrigación, cultivos, etc. (Perdomo, 2002)Es un sistema típico de las islas Canarias, aunque similar a otras técnicas como los meskat/mankaa de Túnez, los m’goud también de Túnez, el riego de boqueras del levante peninsular, la agüera de Aragón, el cap de rec de Baleares o las cajas de agua de México.
Según Perdomo (2002), se denomina gavia a la parcela de cultivo, es decir, un terreno agrícola circundado por un caballón de tierra o de piedra y tierra, llamado trastón, con una altura media entre 0,6 y 1 m. Las dimensiones de estos terrenos suelen ser de unos 3.000 m2, aunque los hay de varias hectáreas y de unos cientos de metros cuadrados. A ellos se conducen las aguas de escorrentía, mediante unos canales llamados recogederos o caños, con el objeto de propiciar su lenta infiltración, lo que se denomina "beber la gavia", y obtener un nivel de humedad que permita el cultivo de cereales o leguminosas. La entrada de agua a la gavia se realiza a través de una torna, que puede sencilla como un mero rebaje en el caño o compleja como una compuerta. Cada gavia tiene un rebosadero, en el extremo contrario de la entrada de agua, reforzado con piedras para evitar su rotura, que permite la evacuación del agua sobrante hacia otra gavia situada más abajo o hacia el cauce de un barranco. El control de las aguas se hace de forma manual o mediante compuertas. También el propio caño puede ser usado como rebosadero, dejando este a nivel, de tal forma que llenada la gavia hasta un cierto punto el agua rebosaría en el sentido contrario. Una norma constructiva tradicional dice que el desagüe debe tener al menos el doble de la anchura de la torna, pudiendo ser algunos de más de 1,5 m de ancho.
El principal interés de las gavias es que permite el cultivo en lugares donde no serían factibles sin este sistema. Además, evita las pérdidas de suelo, ya que la gavia retiene los lodos y sedimentos que transportan las aguas de escorrentía. Esto le convierte también en un sistema de oasificación, puesto que además de recoger agua, recolecta sedimentos y nutrientes.
Vertedero de gavia en Agua de Bueyes (Fuerteventura)
Según Perdomo (2002), se denomina gavia a la parcela de cultivo, es decir, un terreno agrícola circundado por un caballón de tierra o de piedra y tierra, llamado trastón, con una altura media entre 0,6 y 1 m. Las dimensiones de estos terrenos suelen ser de unos 3.000 m2, aunque los hay de varias hectáreas y de unos cientos de metros cuadrados. A ellos se conducen las aguas de escorrentía, mediante unos canales llamados recogederos o caños, con el objeto de propiciar su lenta infiltración, lo que se denomina "beber la gavia", y obtener un nivel de humedad que permita el cultivo de cereales o leguminosas. La entrada de agua a la gavia se realiza a través de una torna, que puede sencilla como un mero rebaje en el caño o compleja como una compuerta. Cada gavia tiene un rebosadero, en el extremo contrario de la entrada de agua, reforzado con piedras para evitar su rotura, que permite la evacuación del agua sobrante hacia otra gavia situada más abajo o hacia el cauce de un barranco. El control de las aguas se hace de forma manual o mediante compuertas. También el propio caño puede ser usado como rebosadero, dejando este a nivel, de tal forma que llenada la gavia hasta un cierto punto el agua rebosaría en el sentido contrario. Una norma constructiva tradicional dice que el desagüe debe tener al menos el doble de la anchura de la torna, pudiendo ser algunos de más de 1,5 m de ancho.
El principal interés de las gavias es que permite el cultivo en lugares donde no serían factibles sin este sistema. Además, evita las pérdidas de suelo, ya que la gavia retiene los lodos y sedimentos que transportan las aguas de escorrentía. Esto le convierte también en un sistema de oasificación, puesto que además de recoger agua, recolecta sedimentos y nutrientes.
Vertedero de gavia en Agua de Bueyes (Fuerteventura)
Gavia en Agua de Bueyes (Fuerteventura)
Gavias en Ajuí (Fuerteventura)
Algo de bibliografía sobre gavias:
Perdomo, A.C. (2002). Semejanzas y diferencias entre dos sistemas de cultivo de las regiones áridas y montañosas de Canarias y Túnez: los nateros y los jessour. El Pajar: Cuaderno de Etnografía Canaria, 12.
Perdomo, A.C. (2002). El sistema de cultivo en “gavias” de Fuerteventura (Islas Canarias – España): la gestión del agua en un espacio árido. Antología sobre pequeño riego. Sistemas de riego no convencional, Vol. III.
Perdomo, A. C.; Palerm, J.; 2002. Las “gavias” de Canarias y las “cajas de agua” mexicanas: dos soluciones semejantes en distintas orillas del Atlántico. XV Coloquio de Historia Canario-Americana.
Perdomo, A. C.; Palerm, J.; 2002. Las “gavias” de Canarias y las “cajas de agua” mexicanas: dos soluciones semejantes en distintas orillas del Atlántico. XV Coloquio de Historia Canario-Americana.
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