Hace unos días publicó un artículo sobre el empleo de barreras de vegetación o setos vivos en la lucha contra la erosión especialmente en la agricultura. Recogía, asímismo, otro artículo sobre el mismo tema de Ann Perry. Por su interés, los reproducimos a continuación.
Prevención de la erosión mediante setos vivos o barreras de vegetación
por Juan José Ibáñez
Desde tiempos ancestrales, el ser humano ha utilizado todo tipo de tecnologías a su alcance con vistas a evitar la erosión de los cultivos en laderas. Unas consistían en terrazas o bancales elaborados con piedra, mientras que otras eran setos vivos. Del mismo modo, la “labranza 0” (cultivo sin laboreo) también fue una práctica habitual en las culturas aborígenes neolíticas. Hoy vuelve a ser fomentada al objeto de frenar la pérdida de suelo. La noticia que os proporcionamos hoy, da cuenta de la bondad de tales técnicas. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, se trata de de un estudio serio, que al contrario de otros, ha acarreado mucho tiempo y trabajo, por lo que los resultados debieran ser más rigurosos. Obviamente, desde un punto de vista conceptual, no aportan nada que no se conociera con antelación cualitativamente. En cualquier caso, haremos uso de esta material con el propósito de mostraros más información que se nos antoja relevante.
La praxis campesina, como diría nuestro amigo etnoedafólogo Francisco Bautista resulta ser conocimiento adquirido mediante ensayo y error, durante centurias e incluso milenios. He visto y leído a cerca de la construcción de setos vivos en los ambientes más dispares. Por ejemplo, en Cabo de Gata (Almería, Andalucía España), una de las zonas más áridas de Europa, utilizan las chumberas, que adicionalmente proporcionan alimento para el ganado y el hombre. Se trata de un ejemplo entre otros muchos. Eso sí, mientras los tradicionales bancales de la Europa mediterránea se desmoronan por falta de mantenimiento, generando la erosión de los suelos que ayudaron a generar, por otra parte seguimos redescubriendo la dinamita. La planta que utilizan los autores del estudio no debe importarnos, debido a cada ambiente requerirá las más adaptadas al lugar y si son naturales de esta tanto mejor.
Resulta relevante mencionar que tal proceso no “impide” la erosión, si no que retiene los sedimentos liberados por los efectos erosivos en ciertos enclaves de la ladera. De este modo, se evita su pérdida y exportación por las aguas de escorrentía hacia las cuencas de drenaje. De hecho, me comentaban campesinos asturianos (Cornisa Cantábrica, España), que cada cierto tiempo, recogían con palas los materiales de los montículos creados, retornándolos ladera arriba, haciendo uso de carros y bueyes. ¡Mucho trabajo!, desde luego. Pero aquellos enclaves son muy fértiles y las producciones relativamente abundantes, al contrario que en Cabo de Gata, por lo que se requiere menos espacio a la hora de obtener la misma producción. En consecuencia, el paisano puede echarle más tiempo a cuidar espacios reducidos, algo impensable en ambientes áridos (excepto bajo invernaderos y haciendo uso de aguas subterráneas). Sin embargo, cuando los setos vivos se encuentran bien construidos, y se les permite madurar, con vistas a que su cobertura aérea y sistemas radiculares se desarrollen densamente, su eficacia aumenta considerablemente, como era bien sabido, y los autores del estudio constatan. No obstante, la historia queda truncada, ya que queda algo muy interesante que narrar.
Cuando tales barreras maduras de setos y/o arboledas perduran en el tiempo, generan rupturas jalonadas de las pendientes, induciendo a que las terrazas o bancales “sin muretes de piedra” llegan a constituirse por si solas, o con alguna ayuda marginal por parte del hombre. Si adicionalmente, en el borde de la barrera viva se cavan zanjas de unas decenas de centímetros, las aguas pluviales se retienen durante más tiempo, infiltrando una mayor proporción de las mismas, en detrimento de la que se pierde rápidamente por escorrentía superficial. De este modo, se moja todo el perfil, lo cual redundará en una mayor producción agropecuaria (este sistema también se utiliza en Europa para obtener prados de siega). Los problemas de encharcamiento son raros, por cuento la pendiente siempre ayuda a que el agua se evacue naturalmente, gracias a la acción de la gravedad. Y de este modo llegamos, más o menos a los sistemas que en la bretaña francesa denominan bocages, de los que ya hemos hablado en otros post precedentes. Aquellos paisajes eren bellos y sustentables. Sin embargo, por obra u gracia de la revolución agraria de los años sesenta, y el asociado uso de maquinaria pesada y agroquímicos, fueron arrasados en buena medida. Años después, las autoridades competentes (o mejor dicho incompetentes) galas se percataron de su grave error. Lo mismo ocurrió con los tradicionales setos del Reino Unido. Misma acción: consecuencias igualmente desastrosas.
Un efecto colateral de los setos deviene en crear diferentes microambientes en una misma parcela, debido a las diferencias dimanantes de la redistribución de los suelos, sombra de los setos, etc.), aspecto que suele detestar la agricultura industrial que desea la mayor homogeneidad posible. También menos incidido con anterioridad acerca de las ventajas de que proporciona una cierta heterogeneidad ambiental con vistas a estabilizar las producciones agrarias, al contrario de lo que induce la homogeneización del pedio o parcela.
Finalmente, digamos que la vegetación natural también tiende a formar franjas en muchos ambientes de ladera. Así por ejemplo, en las zonas pastorales semiáridas de Almería, las estipas (un tipo de gramíneas altas) tienen a formar bandas perpendiculares a las líneas de pendiente si no son sobrepastoreadas, actuando como trampas de sedimentos en unos ambientes muy hostiles, con abundantes calveros y lluvias escasas pero torrenciales, es decir, con gran poder erosivo. Como otras semejantes de la altamontaña, los expertos las denominan “terracetes”.
Desde tiempos ancestrales, el ser humano ha utilizado todo tipo de tecnologías a su alcance con vistas a evitar la erosión de los cultivos en laderas. Unas consistían en terrazas o bancales elaborados con piedra, mientras que otras eran setos vivos. Del mismo modo, la “labranza 0” (cultivo sin laboreo) también fue una práctica habitual en las culturas aborígenes neolíticas. Hoy vuelve a ser fomentada al objeto de frenar la pérdida de suelo. La noticia que os proporcionamos hoy, da cuenta de la bondad de tales técnicas. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, se trata de de un estudio serio, que al contrario de otros, ha acarreado mucho tiempo y trabajo, por lo que los resultados debieran ser más rigurosos. Obviamente, desde un punto de vista conceptual, no aportan nada que no se conociera con antelación cualitativamente. En cualquier caso, haremos uso de esta material con el propósito de mostraros más información que se nos antoja relevante.
La praxis campesina, como diría nuestro amigo etnoedafólogo Francisco Bautista resulta ser conocimiento adquirido mediante ensayo y error, durante centurias e incluso milenios. He visto y leído a cerca de la construcción de setos vivos en los ambientes más dispares. Por ejemplo, en Cabo de Gata (Almería, Andalucía España), una de las zonas más áridas de Europa, utilizan las chumberas, que adicionalmente proporcionan alimento para el ganado y el hombre. Se trata de un ejemplo entre otros muchos. Eso sí, mientras los tradicionales bancales de la Europa mediterránea se desmoronan por falta de mantenimiento, generando la erosión de los suelos que ayudaron a generar, por otra parte seguimos redescubriendo la dinamita. La planta que utilizan los autores del estudio no debe importarnos, debido a cada ambiente requerirá las más adaptadas al lugar y si son naturales de esta tanto mejor.
Resulta relevante mencionar que tal proceso no “impide” la erosión, si no que retiene los sedimentos liberados por los efectos erosivos en ciertos enclaves de la ladera. De este modo, se evita su pérdida y exportación por las aguas de escorrentía hacia las cuencas de drenaje. De hecho, me comentaban campesinos asturianos (Cornisa Cantábrica, España), que cada cierto tiempo, recogían con palas los materiales de los montículos creados, retornándolos ladera arriba, haciendo uso de carros y bueyes. ¡Mucho trabajo!, desde luego. Pero aquellos enclaves son muy fértiles y las producciones relativamente abundantes, al contrario que en Cabo de Gata, por lo que se requiere menos espacio a la hora de obtener la misma producción. En consecuencia, el paisano puede echarle más tiempo a cuidar espacios reducidos, algo impensable en ambientes áridos (excepto bajo invernaderos y haciendo uso de aguas subterráneas). Sin embargo, cuando los setos vivos se encuentran bien construidos, y se les permite madurar, con vistas a que su cobertura aérea y sistemas radiculares se desarrollen densamente, su eficacia aumenta considerablemente, como era bien sabido, y los autores del estudio constatan. No obstante, la historia queda truncada, ya que queda algo muy interesante que narrar.
Cuando tales barreras maduras de setos y/o arboledas perduran en el tiempo, generan rupturas jalonadas de las pendientes, induciendo a que las terrazas o bancales “sin muretes de piedra” llegan a constituirse por si solas, o con alguna ayuda marginal por parte del hombre. Si adicionalmente, en el borde de la barrera viva se cavan zanjas de unas decenas de centímetros, las aguas pluviales se retienen durante más tiempo, infiltrando una mayor proporción de las mismas, en detrimento de la que se pierde rápidamente por escorrentía superficial. De este modo, se moja todo el perfil, lo cual redundará en una mayor producción agropecuaria (este sistema también se utiliza en Europa para obtener prados de siega). Los problemas de encharcamiento son raros, por cuento la pendiente siempre ayuda a que el agua se evacue naturalmente, gracias a la acción de la gravedad. Y de este modo llegamos, más o menos a los sistemas que en la bretaña francesa denominan bocages, de los que ya hemos hablado en otros post precedentes. Aquellos paisajes eren bellos y sustentables. Sin embargo, por obra u gracia de la revolución agraria de los años sesenta, y el asociado uso de maquinaria pesada y agroquímicos, fueron arrasados en buena medida. Años después, las autoridades competentes (o mejor dicho incompetentes) galas se percataron de su grave error. Lo mismo ocurrió con los tradicionales setos del Reino Unido. Misma acción: consecuencias igualmente desastrosas.
Un efecto colateral de los setos deviene en crear diferentes microambientes en una misma parcela, debido a las diferencias dimanantes de la redistribución de los suelos, sombra de los setos, etc.), aspecto que suele detestar la agricultura industrial que desea la mayor homogeneidad posible. También menos incidido con anterioridad acerca de las ventajas de que proporciona una cierta heterogeneidad ambiental con vistas a estabilizar las producciones agrarias, al contrario de lo que induce la homogeneización del pedio o parcela.
Finalmente, digamos que la vegetación natural también tiende a formar franjas en muchos ambientes de ladera. Así por ejemplo, en las zonas pastorales semiáridas de Almería, las estipas (un tipo de gramíneas altas) tienen a formar bandas perpendiculares a las líneas de pendiente si no son sobrepastoreadas, actuando como trampas de sedimentos en unos ambientes muy hostiles, con abundantes calveros y lluvias escasas pero torrenciales, es decir, con gran poder erosivo. Como otras semejantes de la altamontaña, los expertos las denominan “terracetes”.
Setos vivos y cultivos en fajas (FAO)
Setos vivos para controlar la erosión
Por Ann Perry
Los granjeros pueden ayudar a preservar el suelo y proteger la calidad del agua plantando setos vivos para atrapar el sedimento que de otra manera podría ser arrastrado por el escurrimiento del campo. Científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) en el Laboratorio Nacional de Sedimentación mantenido por el ARS en Oxford, Misisipí, han calculado la cantidad de erosión del suelo prevenida por estos setos vivos, y han verificado las predicciones de la Ecuación Universal Revisada de Pérdidas de Suelo, versión 2 (RUSLE2 por sus siglas en inglés).
Agrónomo Seth Dabney, hidrólogo Glen Wilson e ingeniero agrícola Robert Cullum colaboraron con ingeniero agrícola Keith McGregor (ahora retirado) en una serie de estudios durante 13 años para evaluar la eficacia de los setos vivos de pasto para controlar la erosión en los sistemas de cultivar algodón con la labranza convencional o la cero labranza en hileras anchas o hileras ultra estrechas.
Los investigadores establecieron franjas continuas de una sola hilera del césped miscanthus, el cual es un pasto perenne alto, de un lado al otro de los puntos más bajos de parcelas de 72 pies de largo que tuvieron una bajada del 5 por ciento. Luego ellos observaron la cantidad de sedimento atrapada por la vegetación de ambos los campos de la labranza convencional y los de la cero labranza, con hileras anchas y hileras ultra estrechas.
Los setos vivos eventualmente se expandieron a una yarda de ancho y se cortaron dos a tres veces cada año después de que el pasto llegó a una altura de 5 a 6,5 pies. Los científicos descubrieron que la capacidad de los setos vivos de atrapar el sedimento aumentó a la vez que las barreras se maduraron. Los setos vivos eran más eficaces en interceptar sedimento que se escurrió de los campos cultivados convencionalmente, posiblemente porque la material que se escurrió de los campos de la cero labranza fue compuesta de partículas más pequeñas.
Los setos vivos capturaron aproximadamente el 90 por ciento del sedimento erosionado de los campos de la labranza convencional que tuvieron hileras ultra estrechas, y solamente como el 50 por ciento del sedimento de los campos de la cero labranza. Sin embargo, la pérdida real de suelo de las parcelas que tuvieron la cero labranza—con o sin los setos vivos—fue mucho menos que la pérdida de las parcelas cultivadas convencionalmente con o sin los setos vivos, porque la utilización de la cero labranza ayuda a mitigar la erosión.
El grupo también descubrió que la eficacia de los setos vivos fue aumentada cuando la hierba cortada se permitió a acumularse en la cuesta arriba de los setos vivos. Pero aun si se quita toda la hierba cortada de los setos vivos de pasto que tienen una altura de más de 1,5 pies para utilizar esa hierba cortada como pienso para el ganado o en la producción de bioenergía, los setos vivos todavía pueden ayudar a controlar la erosión del suelo. Los setos vivos podrían ser especialmente valiosos si las tierras altamente erosionables en el Programa de Reservas para la Conservación (CRP por sus siglas en inglés) del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA por sus siglas en inglés) se vuelven a la producción agrícola.
Setos vivos del césped Miscanthus pueden capturar hasta el 90 por ciento del sedimento que se erosiona de los campos de cultivos, según los resultados de nuevos estudios por científicos del ARS (…). Los resultados de este estudio fueron publicados en la revista Soil Science Society of America Journal (Revista de la Sociedad Americana de Ciencias del Suelo).
Por Ann Perry
Los granjeros pueden ayudar a preservar el suelo y proteger la calidad del agua plantando setos vivos para atrapar el sedimento que de otra manera podría ser arrastrado por el escurrimiento del campo. Científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) en el Laboratorio Nacional de Sedimentación mantenido por el ARS en Oxford, Misisipí, han calculado la cantidad de erosión del suelo prevenida por estos setos vivos, y han verificado las predicciones de la Ecuación Universal Revisada de Pérdidas de Suelo, versión 2 (RUSLE2 por sus siglas en inglés).
Agrónomo Seth Dabney, hidrólogo Glen Wilson e ingeniero agrícola Robert Cullum colaboraron con ingeniero agrícola Keith McGregor (ahora retirado) en una serie de estudios durante 13 años para evaluar la eficacia de los setos vivos de pasto para controlar la erosión en los sistemas de cultivar algodón con la labranza convencional o la cero labranza en hileras anchas o hileras ultra estrechas.
Los investigadores establecieron franjas continuas de una sola hilera del césped miscanthus, el cual es un pasto perenne alto, de un lado al otro de los puntos más bajos de parcelas de 72 pies de largo que tuvieron una bajada del 5 por ciento. Luego ellos observaron la cantidad de sedimento atrapada por la vegetación de ambos los campos de la labranza convencional y los de la cero labranza, con hileras anchas y hileras ultra estrechas.
Los setos vivos eventualmente se expandieron a una yarda de ancho y se cortaron dos a tres veces cada año después de que el pasto llegó a una altura de 5 a 6,5 pies. Los científicos descubrieron que la capacidad de los setos vivos de atrapar el sedimento aumentó a la vez que las barreras se maduraron. Los setos vivos eran más eficaces en interceptar sedimento que se escurrió de los campos cultivados convencionalmente, posiblemente porque la material que se escurrió de los campos de la cero labranza fue compuesta de partículas más pequeñas.
Los setos vivos capturaron aproximadamente el 90 por ciento del sedimento erosionado de los campos de la labranza convencional que tuvieron hileras ultra estrechas, y solamente como el 50 por ciento del sedimento de los campos de la cero labranza. Sin embargo, la pérdida real de suelo de las parcelas que tuvieron la cero labranza—con o sin los setos vivos—fue mucho menos que la pérdida de las parcelas cultivadas convencionalmente con o sin los setos vivos, porque la utilización de la cero labranza ayuda a mitigar la erosión.
El grupo también descubrió que la eficacia de los setos vivos fue aumentada cuando la hierba cortada se permitió a acumularse en la cuesta arriba de los setos vivos. Pero aun si se quita toda la hierba cortada de los setos vivos de pasto que tienen una altura de más de 1,5 pies para utilizar esa hierba cortada como pienso para el ganado o en la producción de bioenergía, los setos vivos todavía pueden ayudar a controlar la erosión del suelo. Los setos vivos podrían ser especialmente valiosos si las tierras altamente erosionables en el Programa de Reservas para la Conservación (CRP por sus siglas en inglés) del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA por sus siglas en inglés) se vuelven a la producción agrícola.
Setos vivos del césped Miscanthus pueden capturar hasta el 90 por ciento del sedimento que se erosiona de los campos de cultivos, según los resultados de nuevos estudios por científicos del ARS (…). Los resultados de este estudio fueron publicados en la revista Soil Science Society of America Journal (Revista de la Sociedad Americana de Ciencias del Suelo).
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