El tema de las inundaciones, al igual que ocurre con los incendios forestales, es recurrente, pero pasa tan rápido como una tormenta de verano. Después de unos días se olvida, como expone el genial Mingote en la viñeta adjunta.
Sin embargo el asunto no tiene ninguna gracia. La mayor parte de los problemas de los desbordamientos e inundaciones no son de tipo meteorológico, sino de ordenación del territorio. Por muy cuantiosa e intensa que sea la precipitación, si no hubiéramos ocupado el espacio de libertad fluvial o llanura de inundación del río con urbanizaciones, no se producirían daños graves. Por muy torrencial que sea el aguacero, si no hubiéramos modificado considerablemente la cubierta vegetal de la cuenca los caudales punta generados no serían tan elevados. Si no olvidáramos que las ramblas son los lechos que recogen las aguas de precipitaciones intensas, que permanecen secas durante el resto del tiempo, quizás se salvarían muchas vidas.
Puente de la A-7 destruido la semana pasada (autobild.es)
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