En mi opinión, los tramos fluviales urbanos deben compaginar dos condiciones aparentemente opuestas. Por un lado conservar el río como ecosistema fluvial, con sus poblaciones y comunidades de fauna y vegetación, con sus procesos fluviales, su morfología y su dinámica. Por otra parte, precisamente, conseguir que el río esté integrado en la ciudad, que procure a la sociedad los servicios que ella espera (recreo, espacios verdes, etc.), sin que el río suponga un riesgo para personas ni bienes materiales por su dinámica de avenidas, o por sus peculiares características de su fauna o vegetación (presencia de especies peligrosas o problemáticas, por ejemplo), ni una barrera física para la ciudad.
Y para todo ello existen ya soluciones técnicas muy interesantes.
Sigpac
1 comentario:
Completamente de acuerdo. Pienso que además convendría refelxionar en dos aspectos curiosos:
1) A partir de qué momento se comienza a dar la espalda a los ríos. Es probable que la autonomía que implica una red de abastecimiento potente hace que nos olvidemos de dónde proviene el agua. El hecho de que esta aparezca en nuestros hogares por arte de birli birloque, nos distancia de los lugares donde antes había que recoger tan necesario producto. Si nuestra red de aprovisionamiento fallara hoy ¿en cuántas ciudades seríamos capaces de acercarnos a nuestro río y beber un trago de agua?
2) El desarrollo urbanístico intensivo de las últimas décadas ha conseguido dotar al río de su papel como problema: barrera y lugar de suciedad. La desaparición progresiva de actividades como la pesca, la caza, el transporte de productos, vía de comunicación. Han relegado al río a un elemento necesario de canalizar, rectificar, modificar, enterrar,..., sin conocer suficientemente su dinámica hidrológica y su papel como ecosistema.
Enhorabuena, Jorge, por este recordatorio.
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