Con motivo del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, subrayó quelas mejores medidas para evitar esa situación son las preventivas, como el mejor uso del agua y la conservación de la productividad de los suelos.
Además, la creación de mecanismos de gestión participativa que involucren a todos los sectores es básica, particularmente en lo que concierne a las localidades pequeñas, a los grupos marginados y a comunidades indígenas; de igual manera, se debe incluir a los políticos y tomadores de decisiones.
“No debemos culpar al cambio climático global para justificar la toma de decisiones equivocadas y la falta de políticas públicas holísticas y de una verdadera planificación”, subrayó.
Según cifras de instituciones oficiales, alrededor de 120 millones de hectáreas de suelo han sido afectadas por la desertificación.
“Se deforestan aproximadamente 500 mil hectáreas al año; la desertificación y degradación de tierras daña dos de cada tres hectáreas, lo que ha provocado menor superficie agrícola y forestal. De hecho, la producción se reduce a menos de un décimo de su potencial en los bosques y selvas nacionales”, detalló.
El 93 por ciento de ese proceso ha sido causado por malas técnicas de manejo, como el sobrepastoreo, el aprovechamiento forestal sin planeación, el uso inadecuado y excesivo de maquinaria, la aplicación de agroquímicos, la roturación incorrecta, el laboreo excesivo o la mala aplicación del riego, así como la urbanización y las actividades industriales. “Se estima que cada año entre 300 mil y 400 mil personas migran de sus terrenos infértiles”, refirió.
El 90 por ciento del territorio tiene problemas de degradación de tierras; 47 por ciento grado severo y extremo y 65 por ciento son tierras secas. En suma, más de la mitad está afectado por la desertificación.
A nivel mundial, esta última impacta a tres mil 600 millones de hectáreas (25 por ciento de la superficie terrestre); en consecuencia, 110 países están en riesgo. Cada año se pierden 12 millones de hectáreas que podrían producir 20 millones de toneladas de granos y 42 mil millones de dólares en ingresos.
Un error que se presenta al referirse al concepto de sequía es que se confunde o se utiliza como sinónimo de aridez y desertificación.
La sequía es un estado temporal de bajas precipitaciones. La aridez se refiere a un rasgo permanente del clima, mientras que la desertificación se define como la degradación de tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas; es el resultado de diversos factores como las variaciones climáticas y las actividades del hombre.
“Ya empieza a haber problemas alimentarios, en África sucedió en 2011; lo que más asusta es que desde ahora, aunque tomemos medidas preventivas, vamos a tener consecuencias graves, porque se ha afectado mucho el planeta. La tendencia es que aumenten estos procesos y las repercusiones sean graves en el futuro”, apuntó.
En 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 17 de junio como el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía para despertar conciencia en torno a esa problemática; de igual manera, puso en marcha la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) en países afectados por graves sequías, por desertificación, o por ambas, en particular en África.
De la misma forma, el organismo declaró al periodo 2010-2020 como el Decenio de las Naciones Unidas para los Desiertos y la Lucha contra la Desertificación (UNDDD).
Fuente: iagua
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