El pasado 28 de junio de 2013, el Centro Ibérico de Restauración Fluvial (CIREF), organizó una jornada para difundir el potencial de los proyectos de restauración fluvial, y estas son sus conclusiones:
1. Queda de manifiesto que una de las mejores formas de luchar contra los daños de las inundaciones es a través de proyectos de restauración fluvial, a través de los cuales se consigue habilitar zonas de amortiguación (zonas restauradas generalmente mediante acuerdos con los propietarios de las tierras lindantes con los ríos), que se inundan en momentos de crecidas, contribuyendo a evitar la inundación, o disminuir sus efectos, en otras zonas donde los riesgos y daños económicos podrían ser mucho mayores.
2. Se pone igualmente de manifiesto que la mayor parte de las zonas donde recientemente se han producido graves daños por efecto de las inundaciones en España, son zonas dónde se ha invadido la llanura de inundación de los cauces, ignorando o minusvalorando los riesgos.
3. Los efectos del cambio climático, que podrían con el tiempo favorecer precipitaciones con un carácter torrencial cada vez más acusado, pueden provocar que los problemas de daños causados por las crecidas fluviales se produzcan con mayor frecuencia.
4. Establecer un régimen de caudales que contribuya a la mejora de la estructura y funcionamiento del río resulta fundamental en el diseño de los proyectos de restauración fluvial. En ocasiones los objetivos de algunos proyectos de restauración no son alcanzables con el régimen de caudales existente en los cauces. Un régimen de caudales adecuado, además de favorecer la recuperación de los ecosistemas, puede evitar que la restauración requiera de muchas de las actuaciones habituales como las plantaciones, pues es posible, si el cauce tiene tramos en buen estado ecológico, que se produzca una regeneración natural de la vegetación. Igualmente la mejora del régimen de caudales puede disminuir algunas de las actuaciones de tratamientos silvícolas, eliminación de especies alóctonas y de limpiezas habituales".
5. Se constata que generalmente las denominadas "limpiezas de cauces", son operaciones realizadas con escasa mano de obra especializada y dirección técnica a pie de campo y con exceso de maquinaria pesada. Todo ello lleva a operaciones no selectivas de desbroces y eliminación de la vegetación, lo que implica graves deterioros en la calidad de los ecosistemas, las aguas y las riberas fluviales. Se propone pasar de las tradicionales "limpiezas de cauces" a labores de gestión para la "conservación y mantenimiento de cauces". Dichas labores deben ser mucho más selectivas, con mano de obra especializada y mucho más abundante, pues se sustituirán parte de los trabajos realizados por la maquinaria pesada, por operaciones silvícolas realizadas por operarios. La dirección técnica también debe estar más presente.
6. Las operaciones de mantenimiento y conservación de cauces, igualmente deben derivar de una correcta planificación previa de las operaciones de gestión (por parte de los organismos responsables de la cuenca), con criterios preventivos, en lugar de ser parches para atajar de forma inmediata los problemas que van surgiendo, carentes de los estudios previos y la planificación necesaria como lo son la mayoría de las actuaciones actuales de limpieza de cauces.
7. Las operaciones de mantenimiento y conservación de cauces, enmarcadas en una planificación preventiva, frente a las habituales operaciones de limpieza de cauces priorizando el uso de la maquinaria pesada, tiene una huella ecológica y una huella de carbono muchísimo menor.
8. Muchos países europeos ya tienen una dilatada experiencia y nos llevan años de ventaja en la realización de proyectos de restauración fluvial que pretenden conjugar los beneficios ecológicos y ambientales con la prevención de daños por inundaciones y la disminución de los riesgos socioeconómicos. Esa experiencia europea no sólo es perfectamente trasladable a nuestro país, sino que posiblemente redundaría en mayores beneficios, dado el acusado carácter torrencial de la mayoría de nuestros cauces, sobre todo los de la vertiente más mediterránea.
9. A pesar de las distintas posturas expuestas en la mesa (especialmente en el tema de la mal llamada limpieza de cauces) se puso de manifiesto que hay margen para llegar a acuerdos. En este sentido, quedó patente que jornadas como esta contribuyen a que fluya el diálogo, se obtengan esos consensos y se eliminen buena parte de las confrontaciones entre los diferentes actores representados.
10. La administración andaluza, respecto a las cuencas internas, hace un importante ejercicio de autocrítica. Se expone que en Andalucía las circunstancias políticas y de cambios en la administración (traspasos de competencias entre el Estado y la Junta, creación y desaparición de diversos organismos (EGMASA, Agencia Andaluza del Agua, Agencia Andaluza de Medio Ambiente y Agua)) y los problemas de la actual crisis económica, que han disminuido notablemente los recursos, la cuestión de la restauración fluvial no ha tomado aún desarrollo. Se hace sin embargo un análisis en positivo y constructivo, detallando todo lo que está por hacerse, las principales líneas estratégicas marcadas por la administración ambiental y declarando el compromiso de llevarlas a cabo en el futuro para que en Andalucía la mejora de los cauces y su restauración formen parte de las políticas de futuro. Entre otras cuestiones, la administración debería recuperar la Estrategia Andaluza de Restauración de Ríos y darle impulso dotándola de contenidos y presupuesto.
11. Los regantes manifiestan su preocupación por los abundantes restos de vegetación en los cauces, producto de los arrastres de las crecidas. Entienden que se debería garantizar cierta capacidad de desagüe que impida las inundaciones de sus tierras agrarias y piden para ello más limpiezas. En esta cuestión hay posturas enfrentadas, pues técnicamente se entiende que un río vivo y sin regular tiene que tener esa capacidad de arrastrar sedimentos, mantener restos vegetales en su cauce e inundar su llanura de inundación (valga la redundancia). Es decir, los ríos deben tener la máxima libertad de movimientos y acción dentro de su Territorio de Movilidad Fluvial. No se constatan a pesar de ello tensiones importantes (al menos a nivel local en la cuenca del río Guadiaro), lo que permitiría trabajar en esta zona en consensos y acuerdos de futuro que podrían satisfacer a todas las partes y servir de experiencias demostrativas para otras regiones.
12. Las empresas del sector representadas denuncian el abandono por parte de la administración autonómica, que no ha sabido llegar a acuerdos con el sector, que lleva años tratando de consolidarse e invirtiendo en adquirir conocimientos y experiencia, para conseguir un pacto que permita salvar este incipiente tejido empresarial ante la dureza de la crisis. Ponen de manifiesto las dificultades actuales de compatibilizar las demandas legislativas y sociales (trabajos que prioricen la conservación de la biodiversidad y la gestión ecosistémica de los ríos, más cantidad de jornales para mano de obra especializada, etc.), con los procedimientos actuales de las administraciones competentes (licitación como obras a las que se presentan constructoras que no tienen experiencia ni capacitación específica, "macroconcursos" a los que no pueden optar las PYMES del sector, etc.).
13. Desde el sector empresarial también se insiste en que el cambio de paradigma desde la limpieza de cauces y habituales actuaciones de encauzamiento con escolleras y hormigón, a la "conservación y mantenimiento de cauces", generaría mucho más trabajo para empresas especializadas y éstas a su vez generaría mucha más mano de obra y de mayor cualificación.
14. Las investigaciones llevadas a cabo en el ámbito de la geografía, sociología o la educación ponen de manifiesto la persistencia de ideas superficiales y de marcado carácter economicista sobre el agua y los ríos, que suponen un obstáculo para una gestión racional del bien y del territorio. Por ello es oportuno y conveniente emprender acciones que mejoren el conocimiento que la sociedad tiene respecto de la función de los ríos, su relación con la sociedad, su papel en los paisajes, etc. Esta mejora debiera acometerse a todos los ámbitos y aprovechando todas las oportunidades existentes, que son muchas y variadas. En la escuela es urgente una revisión de los discursos de los libros de texto, los métodos de trabajo y los recursos; entre la ciudadanía son necesarios programas de divulgación acerca de los servicios fluviales así como una profunda transformación de los procesos de participación en la planificación hidrológica; a nivel de planes de cuenca, deberían incorporarse acciones para mejorar el conocimiento de la población respecto de sus medidas, los recursos existentes, los usos, los riesgos, etc.
15. Los medios de comunicación son en buena medida formadores de opinión y creadores de cultura, en nuestro caso opinión sobre lo que acontece entorno a los ríos y la cultura fluvial. Con frecuencia los medios suelen responder a intereses concretos, ya sean políticos, económicos, sectores sociales, etc., generalmente distanciados del rigor, la objetividad y la diversidad que son necesarios para construir ciudadanos bien informados y críticos. Es en este sector profesional de la información donde adquiere enorme importancia la actualización de conocimientos, el contraste de opiniones, la consideración de la investigación como fuente de información, etc., para tratar de la forma más objetiva y diversa posible hechos como las inundaciones, los episodios de sequía, las actuaciones en los cauces, etc.