miércoles, 7 de enero de 2009

¿Un desierto en España?

Justo cuando nos íbamos de vacaciones, la edición vallisoletana de El Norte de Castilla publicaba un amplio reportaje con el título "¿Un desierto en Valladolid?", en el que el periodista Víctor M. Vela recogía las opiniones de dos catedráticos de la Universidad de Valladolid: Fernando Molinero (análisis geográfico regional) y Andrés Martínez de Azagra (hidrología). Aparte de las imprecisiones características de cualquier artículo periodístico, creo que el reportaje, basado en los datos del Programa Nacional contra la Desertificación, recoge algunas reflexiones interesantes y cuestiones a puntualizar. Lo mejor es empezar leyéndolo:
¿Un desierto en Valladolid?
El Ministerio de Medio Ambiente afirma que 65.843 hectáreas de la provincia sufren un alto riesgo de desertización, tesis discutida por expertos de la Universidad
VÍCTOR M. VELA VALLADOLID
Para empezar, una pregunta: ¿Está Valladolid expuesta a acabar convertida en desierto? La respuesta, en principio, es no. Pero hay peros. Un informe del Ministerio de Medio Ambiente, publicado en agosto de este mismo año, atribuye a Valladolid cerca de 66.000 hectáreas que corren un «riesgo alto o muy alto de desertización». Suponen, atención, el 8% de la superficie de la provincia, en su mayor parte se extienden por el sureste de Valladolid -con amificaciones en Segovia- y comprenden términos municipales como Cogeces del Monte, Campaspero o Fompedraza, según el mapa dibujado por el Ministerio. Y aquí llega la controversia. Mientras que Medio Ambiente defiende esta idea de desertización -«disminución irreversible de los niveles de productividad de los ecosistemas terrestres, como resultado de la sobreexplotación, uso y gestión inapropiados de los recursos en medios afectados por la aridez y la sequía»-, expertos de la Universidad de Valladolid no se ponen de acuerdo y califican el estudio de «disparate sin base científica» o de «toque de atención bastante sensato». «No hay ni un sólo metro cuadrado en la provincia en el que se pueda hablar de desertización», explica Fernando Molinero, catedrático de la Universidad de Valladolid y profesor de Análisis Geográfico Regional. «No hay que tomárselo al pie de la letra, perso es cierto que en Castilla y León hay zonas que sufren ese riesgo», añade Andrés Martínez de Azagra Paredes, doctor ingeniero de Montes del campus de Palencia. Los autores del informe del Ministerio apuntan a varios factores que, aseguran, unidos abocan a la desertificación y que se dan en varios puntos de la provincia. «Condiciones climáticas semiáridas (sequías estacionales, extrema variabilidad de las lluvias), suelos pobres con marcada tendencia a la erosión, relieve desigual, abandono agrícola de tierras y explotación insostenible de recursos hídricos». En este último punto se encuentra la clave de lo que ocurre en el sureste de la provincia: sobreexplotación de acuíferos. Este fenómeno se da sobre todo en las cuencas del Segura y del Júcar. «Del resto de España, sólo aparece como problemática la situación de la región de los Arenales, en al cuenca del Duero». Y atañe a una parte de Valladolid (además de Salamanca, Segovia y Zamora). En esta zona, «la recuperación del nivel de las aguas es inferior al ritmo de las extracciones», según un informe de la Confederación Hidrográfica del Duero del año 2001 (que incluso llegó a suspender la apertura de nuevos pozos). Estas extracciones -los cálculos hablan de 150.000 litros a la hora durante los meses de verano- han diezmado la riqueza de agua subterránea en la zona y es el argumento esgrimido desde el Ministerio para remachar esa idea de riesgo de desertización en la zona. «No es verdad, los acuíferos no producen desertificación», responde enérgico Fernando Molinero, «sino un descenso piezométrico del agua de los mantos geográficos». «Se habla de desertización porque está de moda, porque es un modo de alarmar, pero no es así». ¿Entonces? ¿Por qué el Ministerio de Medio Ambiente, el Gobierno español, dice que en el 8% de la superficie de la provincia existe este problema? «Porque no saben de lo que hablan, porque confunden desertificación con erosión, y eso es muy grave cuando procede de un ministerio como el de Medio Ambiente». Además, según Molinero, en Valladolid ni siquiera hay un riesgo excesivo de erosión, «pues los terrenos aquí son muy llanos. La erosión, que forma parte de la historia geológica, se da en las cuestas de los páramos, donde hay pendientes fuertes». Esta tesis no es defendida, sin embargo, por otros colegas universitarios. Andrés Martínez de Azagra reconoce que «todas estas cifras no dejan de ser polémicas», pero entiende que el informe -«con todas las bendiciones del Gobierno»- «es una primera aproximación bastante buena». «Es un documento de trabajo razonable y razonado. Aunque es cierto que si te centras en un lugar concreto, la casuística puede contradecir el informe».
Cuatro indicadores
El Ministerio de Medio Ambiente ha elaborado los mapas con el análisis de cuatro indicadores básicos. Además de la sobreexplotación de acuíferos, se ha fijado en los incendios ocurridos en los últimso años, en la aridez (relación entre la cantidad de agua que quisiera usar la vegetación y lo que realmente llueve) y la erosión hídrica. «El índice más realista para hablar de desetización es la mayor o menor capacidad de infiltración que tiene el terreno», explica Martínez de Azagra. «Si un lugar tiene una capacidad de infiltración de agua pequeña, ante apisodios de lluvia no absorberá agua, sino que la escupirá, la escurrirá. Y si barre, entonces hay erosión hídrica, el suelo es mucho más árido. Y si el suelo es más árido, no tendrá vegetación adecuada ni capa vegetal», añade.El equipo de Martínez de Agrada ha acuñado un término, oasificación, para referise al proceso en el que trabajan y que consiste en aumentar la infiltración y la cubierta vegetal, reduciendo la erosión hídrica.


En mi opinión, los comentarios del profesor Molinero son muy discutibles. Dice, por ejemplo, que la afirmación de que entre el 30 y el 40 % de la superficie española esté en riesgo de desertificación "es una afirmación que va contra toda lógica científica" o que la desertificación "está de moda". También dice que en ninguna parte del mundo hay desertifiación cuando llueve más de 300 mm al año. Creo que el problema es que se confunde el concepto de desertificación. La desertificación no es el avance del desierto, no significa que de buenas a primeras un terreno agrícola o forestal se convierta en un campo de dunas. Dejémonos de tópicos. La desertificación, según la definió Aubreville en 1949, es el "proceso complejo que reduce la productividad y el valor de los recursos naturales, en el contexto específico de condiciones climáticas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, como resultado de variaciones climáticas y actuaciones humanas adversas". Entonces, repito, la desertificación no significa que el desierto del Sahara nos invada de sur a norte de la península, sino que se trata de un proceso complejo de degradación de los recursos naturales y de los ecosistemas. Además este proceso de degradación se produce en un área geográfica muy concreta y bien definida (por ejemplo por el índice de aridez de la FAO), que son las zonas áridas, semiáridas y secas subhúmedas, por lo que no tiene sentido decir que no hay desertificación en zonas donde llueven más de 300 mm anuales. La desertificación está motivada por un importante número de factores, que se agrupan en climáticos-meteorológicos (sequías, aridez, lluvias intensas...), geomorfológicos (fuertes pendientes, erosionabilidad del suelo...) y humanos (incendios, deforestación, sobreexplotación de acuíferos, salinización, cultivos inadecuados,etc.). Todos son importantes y todos interactúan. Por lo tanto no cabe confundir desertificación con erosión, pero la erosión es uno de los factores más importantes de la degradación del suelo y, consecuentemente, de la degradación de la vegetación. Por último, destacar lo que dice Martínez de Azagra respecto a la infiltración. La infiltración es la pieza clave en la desertificación por aridez edáfica (por falta de agua en el suelo), ya que si por cualquier actuación reducimos la capacidad de infiltración de agua (degradación de las propiedades físicas del suelo), provocaremos una pérdida de cubierta vegetal en cantidad y calidad, e impediremos cualquier proceso ulterior de restauración.

No hay comentarios: