jueves, 19 de enero de 2017

Los círculos de Namibia

¿Por qué en algunos lugares del mundo surgen unos círculos perfectos donde la vegetación no crece? ¿Es obra de extraterrestres, son señales destinadas a los dioses realizadas por moradores milenarios de esas tierras? A decir verdad, los científicos barajaban opciones menos atractivas que éstas, pero el misterio merecía algo de dedicación y a ello se puso un grupo de investigadores que ahora publica en Nature-que le dedica su portada- la solución más factible a este prolongado enigma.



Portada de Nature

Este estudio analizó una serie de calvas que pueden encontrarse sobre el terreno en el desierto de Namibia, llamadas popularmente círculos mágicos. El fenómeno, sin embargo, se repite en otros lugares del planeta: en Brasil los llaman murundus y en Sudáfrica heuweltjies, pero son esencialmente el mismo fenómeno misterioso.

En febrero del año pasado, se localizaron nuevos círculos en un remoto desierto australiano y un equipo de científicos dirigidos por Ehud Meron, investigador de la Ben-Gurion University, se animó a publicar en la revista PNAS una nueva hipótesis sobre su origen, que afirmaba que estos -como los de Namibia- se debía a una especie de retroalimentación de la vegetación y el agua presentes en la zona, que generaría unos patrones geométricos determinados.

La tesis contradecía la otra gran hipótesis racional imperante: la demostrada tres años antes por un investigador de la Universidad de Hamburgo que publicó sus conclusiones en Science y que sostenía que era la oculta labor de las termitas Psammotermes allocerus, que retiraban la vegetación de vida corta que aparecía tras la lluvia y formaban así las características calvas de los círculos mágicos namibios.

La nueva hipótesis, formulada por la investigadora de la Universidad de Princeton Corina Tarnita es un ni para ti ni para mí y reconcilia ambas perspectivas competitivas integrándolas en simulaciones de modelos, que luego validan con datos de campo de cuatro continentes.

Demuestran que, en lugar de una u otra, una combinación de las colonias subterráneas de insectos sociales de la misma especie y la retroalimentación entre las plantas y el agua puede explicar los patrones de vegetación regulares auto-organizados.

Los autores concluyen que se deben considerar múltiples mecanismos de autoorganización ecológica cuando se trata de explicar estas características del paisaje y descartan así optar por una u otra hipótesis. ¿Sera ésta la última vez que se expliquen los círculos mágicos de Namibia?




miércoles, 11 de enero de 2017

La "limpieza" de cauces aumenta el caudal punta

Artículo de José Sierra Valencia en el diario Levante

Un estudio de la Universidad Católica de Murcia demuestra que en las ramblas y barrancos del Mediterráneo la vegetación retrasa la llegada de los caudales punta y reduce el volumen de la avenida
Cada año, con la llegada del otoño, decenas de alcaldes de la Comunitat Valenciana expresan sus quejas por la «suciedad» de los cauces, exigiendo a las administraciones una intervención urgente para acabar con la vegetación que intercepta el agua y supuestamente agrava las inundaciones.
Un estudio realizado por la investigadora Carmen Gallego sobre una rambla próxima a Cartagena, en Murcia, aunque extrapolable a otros cauces mediterráneos afectados por lluvias torrenciales, evidencia que la vegetación en el cauce no solo no representa un factor de riesgo añadido en este tipo de episodios, sino que provoca un efecto positivo retrasando la llegada y reduciendo el caudal «pico» de la avenida que agrava las inundaciones.
El estudio, presentado recientemente en la Congreso Nacional de Medio Ambiente (Conama), realizó simulaciones sobre la capacidad de drenaje de la rambla Canteras para precipitaciones en forma de tormenta con periodos de retorno de 25,100 y 500 años.
«Los resultados obtenidos de las simulaciones indican que cuanto menor es la resistencia al flujo, es decir, menos obstáculos existen en los cauces, mucho mayor es el caudal pico de la onda de avenida, al acumularse más rápido los caudales en la parte final de la rambla, lo que agravaría las inundación en esta zona», asegura la autora principal del trabajo Carmen Gallego, de la Universidad Católica San Antonio de Murcia.
Los resultados revelan también que este efecto de atenuación es independiente de la intensidad de la precipitación, aunque se va reduciendo conforme aumenta la intensidad de la tormenta.
«Por tanto –afirma la investigadora– estos resultados ponen en duda la creencia de que cuanto más despejados estén los cauces, la inundación es menor ya que se desaguan más rápido los caudales».
Según el trabajo realizado por la universidad murciana, la reducción de la resistencia al flujo en los cauces permite siempre una mayor capacidad de desagüe de los mismos, pero se debe tener en cuenta que «se puede estar desplazando el problema aguas abajo».
Perjuicios
«Ademas , aumentar la velocidad del agua propicia erosiones en las márgenes de los cauces, lo que incrementa la capacidad destructiva de la avenida», subrayan. Por otra parte, el estudio de este caso práctico abre la puerta a establecer estrategias más efectivas de «limpieza de cauces», planificando las actuaciones «a partir de estudios hidrológicos e hidráulicos previos que analicen, de forma integral, la evolución de las avenidas a lo largo de la red fluvial.
Al coste económico y ecológico que tienen este tipo de «limpiezas» cabría añadir el riesgo de un agravamiento de los efectos de la riada aguas abajo de las zonas de actuación que se deriva de algunas intervenciones como los encauzamientos, concluye el trabajo.
Así, la diferencia de tener o no tener vegetación para una tormenta que puede producirse cada 25 años, supone pasar de un caudal pico de 86,7 m3 por segundo a 58,8 m3, lo que supone un descenso del32%. Además, el tiempo en el que produce el pico pasa de 1 hora,38 minutos a 2 horas,26 minutos, lo que ofrece una ventana más amplia para una posible evacuación de los cauces en caso de que exista una ocupación temporal de los mismos como aparcamientos o suelo para celebrar mercados y otros eventos.
A mayor precipitación (periodos de retorno de 100 y 500 años), el descenso del caudal pico y retardo en la llegada de la avenida se mantiene, aunque disminuyen ligeramente los valores con el 27 y el 24% de reducción de caudal punta, respectivamente. El retardo en la llegada de lo peor de la avenida también se reduce y pasa de los 48 minutos para la tormenta de 25 años a 35 minutos para la de 500 años.
Aunque el estudio se ciñe a una cuenca muy concreta del sureste murciano, el régimen de torrencialidad descrito para la rambla de Canteras, con apenas 9 kilómetros cuadrados de cuenca hidrográfica y 4,5 kilómetros lineales de cauce principal, es similar al de todos los grandes barrancos y ramblas presentes en el litoral valenciano.
Las intensidades máximas para el intervalo central de cada periodo de retorno (25,100 y 500) son en el caso de la rambla murciana de 18,7, 25,4 y 34,2 litros a la hora, respectivamente, con acumulados para cada tormenta de 77,104 y 140 litros por metro cuadrado en apenas 2 horas, nada que no ocurra muchos otoños en la Comunitat Valenciana.

Artículo completo en el CONAMA:
Gallego, C.; Pellicer, F.; Pérez-Sandoval, M.R.; González, J.; 2016. Análisis de la influencia que el estado de limpieza de los cauces tiene en las avenidas. Congreso Nacional de Medio Ambiente CONAMA 2016.