Especialmente en zonas alejadas de los cursos de agua permanentes, pronto surgió la necesidad de recoger agua, y seguramente las primeras formas de hacerlo fueran agujeros excavados en el suelo o en la roca. Posteriormente, estas técnicas irían evolucionando, y además de captar el agua de lluvia y escorrentía, se buscaron otras fuentes como el agua atmosférica y de nieblas y rocíos, o el agua subterránea. De esos sencillos hoyos, se pasaría a captaciones más complejas, canalizaciones, presas etc. Hoy se sabe que hace más de 9.000 años ya se trabajaba en estos sistemas de transporte y almacenamiento.
El agua para el riego de cultivos también tiene una gran antigüedad. Una de las instalaciones de recolección de escorrentía más antigua y perfectamente estudiada por el botánico hebreo Michael Evenari, que se encuentra en el desierto del Neguev (Israel) se data hace unos 4.000 años. Estos sistemas poseían áreas productoras de escorrentía y zanjas, que permitían el cultivo de cereales en una región con precipitación anual media de sólo 100 mm.
Debido a su singularidad, el estudio de los sistemas hidráulicos tradicionales debe ser abordado desde metodologías y criterios propios, que pueden ser englobados dentro de dos materias hermanas de reciente aparición: la Etnohidrología y la Etnohidráulica. La primera se define como el estudio sobre el conocimiento tradicional sobre el ciclo del agua y sus componentes (precipitación, evapotranspiración, intercepción, escorrentía e infiltración) así como de las avenidas y la relación de estas con las costumbres de los pueblos. La Etnohidráulica, por su parte, es el conjunto de técnicas y sistemas de captación, conducción, almacenamiento, aprovechamiento y uso del agua dentro de las tradiciones y costumbres de los pueblos.
En este trabajo se definen y clasifican las técnicas o sistemas hidráulicos tradicionales, poner las bases científicas para su estudio y protección y, sin propósito de exhaustividad, realizar una descripción de las principales técnicas de captación y uso del agua utilizadas de forma tradicional en todo el mundo.
El conocimiento tradicional debe constituir uno de los cimientos de las sociedades modernas. En “El disputado voto del señor Cayo”, Miguel Delibes dice en boca de Víctor: “¿qué va a ocurrir aquí el día en que en todo este podrido mundo no quede un solo tío que sepa para qué sirve la flor del saúco?". Por eso es nuestra obligación conocer, apreciar y proteger los sistemas hidráulicos tradicionales, así como entregárselos a las futuras generaciones, como expresión de una cultura que nunca debe perderse, así como muestra patente del uso racional e inteligente de los recursos hídricos locales, asociados a las comunidades que fueron poblando los diferentes paisajes de nuestro planeta.
1 comentario:
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